En el
griego de los evangelios, el término para «maestro» es didáskalos. En el
evangelio de Marcos aparece 12 veces, siempre referido a Jesús. De ellas, siete
en boca de personajes que pertenecen a la cultura judía, pero que no son del círculo de Jesús; cuatro
veces en boca de discípulos (4,38; 9,38; 10,35; 13,1) Y una vez en boca de
Jesús, para designarse a sí mismo de manera exclusiva (14,14: ho didáskalos).
En la cultura judía, didáskalos era aquel que, tomando pie de la Torá,
mostraba el camino de Dios; en el caso de Jesús, el mensaje del Reino.
El término
«rabbí», que se usaba primitivamente como tratamiento para los jefes o los que
gozaban de una posición elevada, comienza a emplearse para los maestros hacia el
año 110 a.C. Designa al maestro que comenta la Ley de Moisés permaneciendo en el
ámbito de la tradición (9). En los sinópticos, dirigido a Jesús, el término «rabbí»
aparece en un pasaje de Mateo (25,29), en boca de Judas, y en tres pasajes de Marcos,
de ellos dos veces en boca de Pedro (9,0; 11,21) y una en boca de Judas (14,45).
En estos evangelios, el término es claramente peyorativo.
En el evangelio
de Mateo, didáskalos aparece también doce veces, y Jesús se lo aplica a sí
mismo con carácter exclusivo (26,28). No sólo eso, reivindica ser el único
maestro dentro de la comunidad cristiana (23,8: «vosotros, en cambio, no os dejéis
llamar "rabbí", porque vuestro maestro es uno solo y vosotros todos sois
hermanos»).
En
Lucas aparece 17 veces. Como en Mateo y en Marcos, Jesús se lo aplica a sí mismo
con sentido exclusivo (22,11). Es conocido que en Lc los discípulos no usan este
tratamiento con Jesús, sino el de epistátês (5,5; 8,24.45; 9,33.49; cf. 17,13), que puede
traducirse por «jefe».
En Juan,
didáskalos aparece siete veces; «rabbí», ocho; pero en este evangelio son
equivalentes, como lo hace notar Juan mismo, al dar la traducción de «rabbí» en
1,38, aplicado a Jesús por los dos discípulos del Bautista. Jesús, sin embargo, no se aplica a
sí mismo el título de «rabbí», sólo el de didáskalos (13,13).
En cuanto
a la actividad de la enseñanza, Jesús, en el evangelio de Marcos, enseña
solamente a auditorios compuestos de judíos, o a sus discípulos (término que en
este evangelio designa a los seguidores procedentes del judaísmo) (10), cuando éstos
no entienden por el contacto con él y con su actividad (8,31; 9,31). Se explica
que Jesús enseñe sólo a judíos por el significado de «enseñar»: exponer el mensaje
tomando pie del A T. Marcos, que rechaza la idea de imponer la cultura judía a
los paganos, distingue cuidadosamente incluso el modo de hablar de Jesús según el
público a quien se dirige (11). Se entiende así perfectamente que Jesús nunca
dé a los discípulos el encargo de «enseñar» y que, cuando éstos de hecho
enseñan (6,30), estén traicionando la misión universal que Jesús les ha confiado.
La misión de los seguidores de Jesús es «proclamar» (13,10; 14,9: kèrússein),
es decir, proponer al mundo entero el reinado de Dios como la alternativa a
la sociedad injusta.
En
Mateo, que tiene una eclesiología diferente: todos los seguidores de Jesús,
judíos o paganos, forman parte del nuevo Israel. Mt basa esta concepción en la
promesa hecha a Abrahán: «en ti serán benditas todas las naciones» (Gn 12,3; cf.
Mt 1,1: «Hijo de Abrahán») (12). Jesús enseña a sus seguidores solamente en 5,2
(las bienaventuranzas) y el encargo de enseñar que les da (28,20) no se refiere
a una doctrina, sino a la práctica de las bienaventuranzas 28,20). El único
maestro sigue siendo Jesús (13).
En Lucas,
Jesús enseña en las sinagogas (4,15.31; 6,6;13,10), a la multitud (5,3) y gente
judía (5,17; 18,22.26; 23,5) y, finalmente, en el templo (20,1.21; 21,37);
nunca se dice que enseñe a los suyos, solamente responde cuando éstos le piden
que les enseñe a orar (11,ls). Jesús mismo habla a los discípulos de la
enseñanza que les dará el Espíritu en la hora de la persecución (12,12). Por
otra parte, en Lc Jesús no encarga a sus discípulos que enseñen; su misión será
dar testimonio de él (Hch 1,8).
Tampoco
en Juan enseña Jesús a sus discípulos, sino en la sinagoga (6,59) y en el
templo (7,14.28; 8,20). La formación del discípulo en Juan se hace por la experiencia
que da el contacto con Jesús y con su actividad (1,39; 9,3). Tampoco les encarga enseñar.
Su misión consistirá en dar un testimonio que acompañe al del Espíritu (15,26s).
De los
evangelios se deduce, por tanto, que Jesús, el Maestro no enseña a sus discípulos
o seguidores verbalmente, sino por el
contacto con su persona y actividad. Paralelamente, la
misión de los discípulos no consiste en una enseñanza, y mucho menos se habla de una enseñanza dentro de la comunidad cristiana. En ésta, el único maestro es y ha de seguir siendo Jesús mismo.
misión de los discípulos no consiste en una enseñanza, y mucho menos se habla de una enseñanza dentro de la comunidad cristiana. En ésta, el único maestro es y ha de seguir siendo Jesús mismo.
9 Cf.].
Mateos, Los Doce y otros seguidores
de Jesús en el Evangelio de Marcos, Madrid, Cristiandad 1982, p. 22ss.
10 Cf. ibid.,
p. 129ss.
11 Véase ibid., p. 194ss: El doble
vocabulario.
12 pe
ahí que en este evangelio Mateo el recaudador/publicano
aparezca en la lista de los Doce, figura del Israel mesiánico; en Mc, por el contrario,
la figura paralela de Leví queda excluida de los Doce.
13 De ahí que interpretar Mt 16,19: «te daré las
llaves del Reino de Dios: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo
que desates en la tierra quedará desatado en el cielo», en clave de magisterio
contradice a otros datos explícitos del evangelio. Por otra parte, el poder de
atar y desatar explica el sentido de las llaves, y se da a toda la comunidad cristiana
en Mt
18,18. Si está dado a todos, no puede tratarse de un magisterio dentro de la comunidad. Se trata, de hecho, de la aceptación y la expulsión de miembros de ésta.
18,18. Si está dado a todos, no puede tratarse de un magisterio dentro de la comunidad. Se trata, de hecho, de la aceptación y la expulsión de miembros de ésta.
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