domingo, 5 de enero de 2014

CRITERIOS DE VERDAD EN MARCOS: La enseñanza en la sinagoga (1,21b.22).



En el episodio de la sinagoga de Cafarnaún, tal como lo describe Marcos, Jesús entra en ella para enseñar: «El sábado entró en la sinagoga e inmediatamente se puso a enseñar». Ante su enseñanza se produce una reacción general del público: «estaban impresionados de su enseñanza, pues les enseñaba como quien tiene autoridad, no como los letrados». 

Como se ve por el texto, no es el contenido de la enseñanza de Jesús, sino el modo de enseñar (<<con autoridad») lo que impresiona al auditorio. El verbo usado por Marcos, «estaban impresionados.», no indica un conocimiento intelectual, sino una experiencia. 

La autoridad (exousía) de Jesús no es jurídica, pues no reviste carácter institucional; nace de la plenitud del Espíritu que posee (1,10). La impresión causada por Jesús se debe a la experiencia directa de su autoridad, es decir, del Espíritu que lo llena. Comunica ante todo una xperiencia, no un saber conceptual o ideológico. 

Esta experiencia proporciona a los oyentes un criterio de juicio para distinguir entre verdadera y falsa autoridad, criterio que utilizan inmediatamente: niegan autoridad a la enseñanza de los letrados. 

Los letrados, en plural de categoría, son los representantes autorizados de la institución judía para proponer la doctrina oficial. Al negar autoridad a la enseñanza de los letrados, el público de la sinagoga la está negando a la institución misma. Al experimentar la autoridad de Jesús han visto claro que la institución, en cuanto transmisora de doctrina, no representa a Dios ni está avalada por él. 

Resumiendo: Jesús no impone a sus oyentes una ideología o doctrina; reciben la experiencia directa y personal de una realidad presente en él, que aureola el contenido de su enseñanza. De hecho, no apela a la autoridad divina para avalar una doctrina propia, hace percibir directamente la presencia del Espíritu en él. No aduce credenciales, pero la gente intuye su verdad. Los oyentes concluyen que la doctrina tradicionalmente propuesta por los letrados es meramente humana y que Dios no tiene nada que ver con ella. El juicio negativo sobre los letrados no es expresado por Jesús, lo emiten espontáneamente sus oyentes. Se ha despertado el espíritu crítico y se abre el horizonte de la libertad y la autonomía, es decir, el de la madurez humana. 

Como se ve, también en este pasaje el criterio para discernir entre la verdad de Jesús y la falsedad de la institución se encuentra en el interior del hombre, no en argumentos, pruebas o testimonios ni en la autoridad divina. Es el hombre mismo quien, ante la persona de Jesús, discierne su verdad.

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