domingo, 5 de enero de 2014

CRITERIOS DE VERDAD EN MARCOS. El obstáculo: No estar por el hombre (Mc 3,1-7a).



Como se ha visto al tratar del evangelio de Juan, la condición para dejarse convencer por las obras de Jesús es la idea de Dios como Padre que ama al hombre y desea comunicarle vida. Esta concepción de Dios tiene por consecuencia la propia actitud en favor del hombre. Quien no tenga esta actitud no aceptará como criterio de verdad las obras de Jesús. 

Un ejemplo palmario de falta de amor al hombre se encuentra en Mc 3,1-7 a, segundo episodio en una sinagoga, donde Jesús cura al hombre que tenía un brazo atrofiado. 

También este inválido es un prototipo. De hecho, en esta sinagoga no hay público alguno; los únicos personajes mencionados son Jesús, el inválido y los fariseos; no hay tampoco reacción de un público presente a la acción de Jesús. Esto significa que el inválido representa al público, a los fieles de la sinagoga, quienes, por la interpretación de la Ley propuesta en ella (compendiada en la observancia del sábado) y propugnada por los fariseos, ha perdido su creatividad y su posibilidad de acción. La mano/brazo es símbolo de la actividad. 

Jesús se propone sacar al pueblo del lastimoso estado en que se encuentra, devolviéndole su capacidad de acción. Para ello intenta hacer razonar a los fariseos, proponiéndoles una
pregunta que tiene evidentemente una sola respuesta: «¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o matar?» Es Dios mismo quien ha establecido la
observancia del sábado, como día de libertad y de descanso, como prenda de la futura y total liberación del hombre. Es Dios, por tanto, el que establece lo lícito o lo ilícito en sábado.
Jesús pregunta si Dios está en favor de la vida o de la muerte del hombre. Para todo aquel que tenga la idea del Dios creador o dador de vida, la respuesta es evidente. Pero los fariseos
tienen otra idea de Dios, la del legislador impositivo y exigente, preocupado de su propio honor y de preservar el orden que él ha impuesto, no del bien o del mal del hombre. 

La respuesta a Jesús es el silencio, que nace de la obstinación. Al no estar interesados en el bien del hombre, no pueden aceptar la actividad liberadora de Jesús.

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